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31 Volvamos a recordar el caso extraordinario del f3eato Juan de Parma a quien Ciareno llamó: vi– rum scientia et santifite praecipuum; de cuya cl ecc.ión para Genera·! tanto se alegraron Fray Egidio, Fray Maseo, Fray Angel y Fray León, que Dún viv ían en 1247 y muchos años más ... El caso lo hemos comentado en otra plática pasa– da, pero mer·ece refr,escarse en el pensamiento, J ándole ahora una nueva aplicación. A los diez años de ejercicio tuvo que renun– cia r el cargo oprimido de contradicciones. Su ~ ucesor San B-uenaventura hubo de formar tri– buna·! para juzgarle y mal :Je hubiera ido si el Cardenal de San Adriano que después fué Adria– no V no hubiera escrito en su defensa aquel·la famosa ca rta haciendo causa común con el Bea to. Las persecuciones le inquietaban hasta r:n su soledad de Credo, a donde se recogió al dejar el cargo de General. San Buenaventura :·ccibía constantes :acusaciones contra él. ¿La C3USa? . .. . Fray Egidio decía, según Waddingo, que pa– recía haber resuciotado San Francisco en el B. juan Parma. Sanctum Frandscum in homine is– ;·o resurrexiss·e. La •causa era el celo con que coh ibía a los relajados . . . Claro es que el·los no le acusarían de esto que sería puer-il; pero sí de joaquinismo y de hereje . . . Era la ven– r;anza . . . Dice Waddingo que llamado al tri– bunal contestó pocas palabras. Y ·esto mismo encendía mayor fuego en ,Jos enemigos y riva– ~es. . . No era im·pasi•I)J.e el Beato Parma. . . y cuando oyó ·la acusación de hereje "llgrius ifte fe-rens' ', puesto en pie, con la cabeza erguida :omenzó a reza·r : Credo in unum Deum Pa-

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