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-22- De deja-rse llevar dé estás inclinaciones per– sonalistas inspirádas por ,fas conscupiscencias vienen los encuentros, porque se cruzan varios y opuestos interes-es creados, y de ahí nacen coñio pretextó de jusfifié:ación, las . detraccio– nes y' murmuraciones a lo mejor contra lo más justo y h<>ii'rado. No hay cosa como herir una susceptibilidad para crearse enemigos. Esa he– rida da vúeltá al escenario mental y cordia·l, y lo que ahtes· nos párecíá uná dignidad, nos pa– réCe' liJego; Una' degradaci_ón, una iniquidad. ¿La .causa~ No es el rnUndo objetivo. . . Es el cámbio súbjefivo . .• se cqmlenia a murmurar, y de la mUrmura– ci6ri a la c;whímni~ no háy más distancia que la qúe hay éntre la palabra pronunciada y la que sé va· á pronunciar. Hace su aparición la male– dicencia. hija de la soberbia, hermana mayor de la e~vidia y esposa de satanás. Tenemos una psicología' .. áli!ttida, enferma, que fácilmente arroja su' pli$ . . . sin darse cuenta . . . hasta contra ''0 más encumbrado. La histo'rla enseña mil cosas provechosas a este respecto, Yo he sido un poco aficionado a leer nuestras -cosas viejas y me he maravil·la– do siempre de lo que ocurrió, por ejemplo, con el Beato Juan de Parma. . ¿Quién era este personaje? Acaso el primer l)laestro francisca·no de Italia que explicó en París ... General en 1247, y no de cualquiera manera, sino que, como escribió Bartolomé de Pisa: "Joannes de Parma, vir doctrina et sanc– titate praecipuft\ cunctis Patribus annuenti-

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