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.. Finalmente la sabiduría mira sólo a Dios·. El don de la inteligencia cCllltempla; ·la sabidu– ría gusta de la contemplación. El objeto del don de inteligencia est cognitum simpliciter; e! de la sJbiduría cognitum amatum. No digamos que es demasiado rega-lo par2. nosotros. Dios no cierra •las puertas de esta gra-n– deza ·en que ·las almás místiCas pUeden deifi– carse. Emulamini charismata meliora. ¿Qué _le cuesta a Dios hacer que ·ll-eguemos a este .esta" do si nos dió otras pruebas de mayor amor? Mientras no sintamos ·los fulgores y clari' dades del don del entendimiento no nos prepa– ramos par'á el abrazo iior medio del gozo de !a experiencia mística que nos proporciona el don d·e sabiduría. .Pero, tampoco tendremos -las su– blimes claridades del don de inteligencia si •nos mantenemos en nuestra floj·edad ordinaria. Hay que purificarse para ver y hay que ver para goc zar. Desechemos las cobardías y aspiremos 2 éste -noble ·estado. Dios nos espera con los bra' zos abiertos. Arrojémonos en éHos. . Damos aquí térmi·nó a estas pláticas y COft' ferencias familiares. Hemos comprimido las ideas por dar menor volumen al tomito, y por qüe el objeto y propó– sito, al redactarlas era "preSta·r una ayuda", dec ¡ando a ·los con·ferenciantes vagar y holgura. Son realmente boce.tos informes qué piden una elaboo 1-áeión apropiada para cada c·aso y eacla ocasión.
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