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Exordio. Tema difícil seguramente el que me oro– pongo explicar en esta Conferencia. Entre las cuestiones dogmáticas y ent·re los teólogos en el trascurso de los tiempos ha tenido grandes di– ficultades y ha suscitado largas cont.roversías. Parece una cosa sencHia deci-r : Dios habita en nosotros por Ja gracia ya que lo dice el Evan– gelio: ad eum veniemus et manssionem apud eum faciemus". Sin embargo, a·l entrar en Ja entraña y médula del a~unto se eriza de dificul– tades y pone pavor penetrar a tratarlo. Vamos, no obstante, con el favor de Dios a decir breves palabras sobre .la inhabitación del Espíritu San– to en las almas. Discuno: la estructura de •las almas y •la experien– cia mística, son problemas demasiado delicados para tocarlos de cualquier manera. El alma es– piritua·l, es templo de Dios, según San Pablo, pero ¿cómo habita Dios en é.lla? Tres opiniones hallo yo entre ·los teólogos a este respecto. La de Suárez, que pone .la razón de la inhabitación formalmente en la amistad sobrenatural que resulta por necesidad entre Dios y el hombre justificado. La doctrina de Gabriel Vásque:z: que explica la inhabitación por la extensión de la divina omnipotencia en
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