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-16- noce un deber espirit-u,al, y obedecer en lo a·r– duo, y en lo fác il a un superior como a otro ... esto es lo que prueba mérito ... Se habla de la obediencia eiega . . . La pala– bra ciega puede ser equívoca; pero general– mente quiere decir, sin atender, a las razones por qué se nos manda. Pero la virtud rel igio– sa presupone que haya ó'i·screción hasta en obe- decer Nadie se extrañe de esto. Veamos un caso de historia franciscana co– mo ·lección del 1tema : Hacia 1258 moría Fray Esteban (·ignota-e pa– triaeJ ;pero compañero de Fray Angel de Reati que también murió en el mismo año y fué. e·l discípulo doceno de San Francisco. Fray Este– ban según cuenta Waddingo, era un Santo. A mi juicio era de Nornia; está sepultado en San– ta María de Los Angeles. De él ·refiere Maria– no que aseguró a Tomás de Papia, mini·stro de Tuscia, lo siguiente : Yo viví algunos meses en un eremitorio con San Francisco y otros her– manos, y tuve oficio de refitolero y cocinero . . . La vida que ·llevábamos era esta :. .. . Guardába– mos oración y silencio hasta el mediodía .. . Entonces se llamaba a comer. Solía San Fran– cisco ·salir de su r-eti.ro a hora de tercia y se marchaba a la cocina, y si ·la hallaba apagada, se iba a ·la huerta y traía hierbas y manojos de otras cosas y me las entregaba diciendo - "cuece estas cosas y les caerá muy bien a los frailes" . Cuando, algunas veces, por la devo– ción de los fieles podía preparar-les huevos y lac– ticinio con algún condimento ... Francisco co– mía con alegría y me decía - Fray Esteban, has hecho demasiado, quiero que ·no te preocupes del día de mañana ni de preparar estas cosas en la cocina". Yo cuidaba de obedecer absolu– tament·e al santo Padre. . . Pero un día que

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