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-177- indulgencias al sacerdote o clérigo que ·rece el oficio delante del Santísimo. Las horas más de– liciosas que pasamos son .las que esta.mos de– lante del altar; y la oración más fervida y pro– vechosa es •la que se hace en contacto con el Dios del Tabernáculo. Un fervor desusado y nuevo sentimos cuando nos ponemos a medihr, o rezar, o cantar ante el Santísimo Sacramento del Altar. Sobre todo la oración brota más viva y ar– d iente cuando llevamos en ·~1 pecho el Dios a quien queremos hablar y con quien deseamos t·ratar. De ahí, que es necesario condensarnos en una oración. La oración sacramental más P.fi– caz, es la misma Comunión bien hecha. No hace f;:ylta vocabulario para ¡practicar esta oración. La oración del corazón que siente cerca o den– tro la presencia de su Dios. Entonces nos bas– ta cerrar los ojos y mirarnos por dent~o. ¡Qué hermosa hora de recogimiento! * * * 'Pero, para excitarnos a esto, ent·endamos que Cristo es nuestra vida y que esa vida se nos llega en la Comunión. Es la unión con Cristo. Quid .est esse unum cum CHristo? Hemos acaso meditado en esta unión? Sabíalo bien aquel apostol que se llamaba "Paulus apostolus le– su Cristi" Enviado por Cristo ' .1 u'lido i'1 )es·•– cristo que toda su gloria era vivir de la vida de Jesucristo. La unión de corazón a corazón. Son dos hierros que en la fra~ua S~' ~. ,..,rlen .,.., "~0. Si dijo el Profeta :"Prope r <t D··mir:us nm- n•blls incot7qnt'bus te" . ·está e 0 c:.c '·'JS que!e invocan en verdad "in ver : ~ :· tc · Ji- remos de los que le ·reciben ta,..,<;:,• ,, .-~~i- t~ t'):>" Cie·~o que todo e l que r~-··- . ••" ' ,, ._ mo Sacramento le recibe de W"o:l<~ J ,. • oso

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