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-164- Discu,rso: El idea·! de la vida relig;os;:¡ debería ser una continua contemplación. Hemos venido a consa– gra rnos él Dios ves natural que todo nuestro aen– o:.,mi·cn'ro v afán fuera vivir en D;os y para Dios. Esto no puede ser permanente sin ot,ra ocupa– ción. Consagrarse a Dios pa·ra vivir en Dios tie– ne una fórmula seráfica ; Deus meus et omnia. Pero, ,:qu;én es el hombre que puede vivir col– gado de Dios. s:n pensar más que en El durante esta vida mortal? La ora·ción y contem-:>lación son ejercicios del alma , de un mérito principa·J y de una 11ecesidad también principal; pero, es ne– cesario baja r a veces de! monte de la contem– rrlcción . .. No vivimos en la t ierra como sera– fines de! c:e!<' .. . L~ t ierm r r.s recesit" ... De– bemos como Adán trah'i~r emnle ~nr.lo las facu l– tades en cosas secundarias, pero impresc ind i– bles. . . "Ocuparse eon ahna y cuerpo en servi– cio de iDios". Esta fórmula se acomoda rnejor a :la vida. Hacer de la vida un arte de perfección y hacer de .fa perfección un medio de trabajar me– jor con más provecho del t iempo y de la etern i– dad. El Seráfico P. tenía en este punto frases aceradas para los ociosos. Nos impuso el debe~ de trabajar pa·ra buscar lo necesario en la vida, y cuando no nos dieren el precio del trabaje de– beremos recurrir a la !Providencia de Dios pi– diendo la limosna de puerta en puerta. Mala hora es ·esta para las ·cuestaciones acostumbra– das; pero, en eUa todo nos estimufa a tra– bajar con mayor empeño que nunca. Es un error pensar que •la profesión nos dá derecho a viv;r del estuer:to de otros. La ·enfermedad nos exi– me del trabajo por impos:bi.Jidad , pero no todo lo que parece enfermedad que imposibilita lo es de hecho. La segu·ridad que nos da la profesión no debe ser motivo para retraernos del trabajo. Existe un contrato que se fir-

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