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Exordio. ESPI•R·Il'U DE TRABAJO V<llde a.d fomnlcam piger et oonsi– dera¡d vias ejus. (Prov. 6-6). Trabajar es un don , es un mandato, es un castigo, y es una necesidad del hombre. Mu– chos escritores dicen que Dios puso a Adán en e! para íso ut operaretur terram. Para que la ka~ bajase. No tenía necesidad de ocuparse en fa– tigas ni ·en labores para gustar el pan de la vida. porque Adán era inmortal ; e·l árbol de la vida le ofrecía perpetuamente elementos de inmor~ali dad. No podía ni sufrir ni morir. Sin embargo. debió t·rabaja·r porque el trabajo ·es :honroso al . hombre, porque el hombre está constituído pa – ra ocuparse trabajando. Las facultades del a·lma y las herr¡¡mientas humanas que son los brazos, no se ·los dió el Señor para que los tuviera ocio– sos. Más, después del pecado díjole Dios : come– rás el pan con el sudor de tu ·rostro. Es decir. que el .trabajo, duro, doloroso que en adelante tendría que realiza.r, era castigo de la culpa. El árbol de la inmortalidad ya no ·le produciría ali– mento, fruto de pe~petua vida. Desde aquella hora fatal ~¡ trabajo es una expiación y como expiación puede utilizarse para •la perfección d~j hombre. Por eso todas •las Ordenes religiosas im· ponen este deber, primeramente para evitar la ociosidad enemiga del alma y madre de todos vicios, y después para ocupar las facultades del alma en obras meritorias. Discurramos brevemente.
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