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153 - bre el libro, o toma un rema; va discurriendo y pensando sobre el tema que •le preocupa. El tema del meditativo se lee generalmente antes de empezar ·la oración, y sobre el tema leído, que debe recordarse, grabándolo en la memoria , se hace e·l ejercicio espilritua-1. Esto es de una vulgaridad bien sabida para nosotros. El obje– to, genera·!mente, es est·e: Si iniquitatem as– pexi in corde meo ( 1) . Se t·rata de mejorar fe– flexionando. !Por eso se dice meditación. Empero como tenemos tres potencias y ·Ja meditación tiene un fin práctico, después del discurrir viene el que– rer. El discurso o meditación, es como el pala– dear de los al imentos ; a·l ingeri dos en la boca se mastica, •rumia y paladea el manjar, para prepara·rlo con .la salivación y jugos necesarios a fin de que al pasar al estómago pueda dige– rirse y asimilarse pa.ra ·la nutrición. El manjar es el tema prepa·rado. La considerac ión a que se ·le somete es la trituración y sa·livación pre– paratoria ; ·luego pasa a la voluntad 'que debe asimilar el manjar con afectos y resoluc iones prácticas. De suerte que la · med·itación u ora– ción menta:! t iene dos fases ; una de meditación y otra de asimilación ; la una es obra enten– dimiento y la ot>ra de la voluntad. Sin embargo, no hay que pensar que deben ser estas dos funciones sucesivas, una después de 1la otra. Por lo general así es, puesto que el pensar es para preparar el acto de ·la voluntad; pero, puede ser que al comenzar ·la meditación esté la vo– luntad tan preparada por :Ja gracia que deba actuar al instante, prorrumpiendo en afectos de– licados y amorosos. Seguramente que siendo esta función más --- (1) sa1m. 65-ls.

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