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-13- rras sangrientas, las pestes asoladoras, son para Dios nada por ser temporales, si por medio de ellas se forman mártires o se abrillanta el valor de algunas almas, porque esto es de mérito in– mortal y eterno. Dios no permitiría que hu– biese males si no pudiera ordenarlos a algunos bienes. Esto ocurre bajo la sabia y próvida ma-no de Dios. Lo permite primero y luego or– dénalo todo a su gloria y a nuestro bien. La voluntad de Dios es la única voluntad santificadora. Aceptémosla. ·
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