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1 EN QU 1 E ESTA NU>ESTRA P•fRfECCION Exordio. "Fra;tres r.ollte pueri >eff':i sen– sil:>u.>" (2 Oor. 13-lll. En ·la vida religiosa hay -un punto capitai qua -abarca a todo •religioso • y es el deber y la o~li~;,·~iór. de tender a ·la perfección. Es dA-eir: de procurar por aquellos med ios que nos depa ra la religión el adelantamiento espiritual en orden al fin . Desde que profesamos, somos almas consa– g·radas. ¿Consagradas, a qué~ A l¡¡ virtud; al ser– vicio de Dios. Los votos •religiosos so·n ·los medios esen– cial-es e indispensables para -llena-r e:ste debe r. No se puede concebir un reiigioso obse rvante de sus votos qu-e no sea fiel a su vocación, . y por tanto, caba>l en su estado. Pero tampoco se puede concebi-r un rel igioso que no cumpla ·los votos y que pueda gloriarse de esta fideli– dad. Ahora bi-en. . . Es lo corriente que los vo– tos esenciales se guarden con bastante fidelidad cuando esta fidelidad se entiende solo substan– cialmente. Pero •nuestra convicción religiosa no pata en esto. Hemos prometido viv ir conforme al santo Evan·ge1io, observando la obed iencia, po– breza y castidad. Gran cosa es . . . Podemos es– tar seguros que este cumplimiento causa inmen– sa alegría a los ángeles y labra una rica corona para el religioso. . . Dis<:unamos un poco.
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