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·DE LA MORTlFICACI•ON CRISTIANA Es este Je la mortificación un medio •indis– pens3 ble para tres cosas: expia·r pecados, domi– nar ia c3rne y practi-car la virtud. Por eso la vida ·rel·igiosa que debe abarcar ·las tres cosas tiene por enseña la mortificac ión. Nadie que yo sepa, creyó jamás que se viene a la religión para regalos. Todos creemos a ue la vida del re-· 'ligioso es una mortficaciún continuada y que sobre todo, la vida comt'm bien llevada es ur. rnartir;o incruento. Quien más qu ien menos, todos hemos te– nido nuestras horas de fervor y nuestro propó– si tos de devcción. La orac ión calienta el cora– zón y enciende llamas de buenas resoluciones; es ge;¡ealmente una fuen te de resoluciones fuertes. Días habrá que hasta el marhrio nos parecerá .poco. 'Pero, como decía un grave autor, una cosa es hac·er actos de marti.rio en seso, otra 'ver la muerte al aje. Eso que él escribía record.:>ndo su cautiverio en Túnez, es un pen– samiento que no debemos olv ida-r. Una cosa es hacer en ·la oración propósitos de vivir mortifi– cados, y ot-ra muy distinta ·la vida que se hace cuando !llega la mortificación. En estos t-rances muchos nos olvidamos de aquellas horas de fer– vor. •Pero en . fin, la mortificación es necesari¡¡, y aunqu-e la austeridad de suyo no es sa-ntidad, ayuda para la santidad. ~~o es de suyo santidad, por aqueUo de "Si tradidero corpus meum ita

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