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-112- Emperador d e Constantinopla a quien, según :uenta San Jacobo de M•a rc.:~, se l·e apareció tres veces San Francisco c·m su vil hábito, invitán– dole a en tra r en su Ocden. El em':ler"-:!" ssta– ba acostumbrado a las vk:torias del c2moo de batalla, pero no a estas íntimas, y al ver 'el sa– yal pobre y •ruin se horrorizó de su asoereza. Pero confortado por S:Jn Franc isco se venc ió a sí mismo y tomó e! hóbito franciscano de ma– nos de Benedicto de Arecio que em " !:; sa– zón Min istro .Provinc ial de Rumania "et cum reve·rentia et divitione fecit prof.essionem" dice Jacobo de Marca. Mucho era esto e n un monar– ca, pero es más .Jo que añade : et vixi in mag– na hum ilitate" ·et sepu ltus et in conventu Assisi in cujus sepultura sculptus est habitus impe– riaolis. . . Sello magnífico sobre la 'lesa sepul– craL Ni era sólo este gra n empe rador. Casi de todas las fam: lia5 rea les h ~v algún individuo en •la Orden f.rancisc2nil . De la· cas·a francesa he de citar a Roberto. que s~ hizo fraile menor. Se dice que por muchos años se asoc;aba a ·fos fra i•les y se levzn taba a ma itines a media noche vestido de hábito y servía a ·la mesa a los reli– giosos. Su mujer se hizo monja clarisa y ei mismo -rey antes de mori·r hizo profesión de franciscano en manos del Minist-ro. ¿Qué nos dicen estos ejemplos? Mi·ra– mos nosotros nuestro hábito y estado de ese modo? ¿No nos avergüenza !a conducta de es– tos mona·rcas? Realmente ' es para entusiasmar– nos ver honrado de eS3 guisa nuest-ro Instituto; pero, tamb ién dc bG ;,v.argonzarnos el ver nuestro espíritu; pero, no tan fervoroso como el suyo. .Pero siempre estamos a buena hora pa-ra una renovaci ón de espíritu, sobre todo, tenien– do delant·a a aquellos ínclitos i-niciadores de la Orden. Bernardo de Quintabal el S. Juan Evan·
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