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-110- necesario que os •recuerde los hombres de Ale– jandro de Ha•les doctor irrefragabHis; San Bue– naventura Dr. Seraficus; Escoto Dr. s·ubti'!is; GuiHermo Wa·rro, maestro de Escoto; Guillermo de la Mara, Dr. Correctivus; Aymon el g-ran maestro liturgista; el B. Parma, Juan de Rupe– lla, Rigaldi, Rubeo, Alejandro de Alejandría , Mateo dé Aguas-partes, Juan Pekan, Juan de Murro, Gentíl de Monfefloro, Beltrán de Tune, Vital de Fermo •etc. De nuestra Orden saliemn, además de tantos papas terciarios, el •Papa Ni– colás IV que se llamó Jerónimo de Asculi, suce– sor de San Buenaventura en el generalato; Ale– jadro V que se llamó Pedro de Gandia ; Sixto IV, que fué Francisco de Savona; Sixto V y Cle– mente XIV. De cardenales y prelados una ·infi– nidad; de santos una constelación incontable que no necesito recordar. La obra Ilevada a cabo por •la Orden fran– ciscana es tan notable que según ha escrito algún literato después del hecho de la Reden– ción apenas se ha conoc ido una Institución que más haya influído en el ml:lndo. Grandes cesas prometemos cie·rtamente, pero mayores no son prometidas. La duración del destierro es breve; ·la gloria es eterna. .Pongamos manos a la obra seráfica reno– vando celosamente nuestro amor a.l Instituto. No estamos sólos. Tenemos junto a nosotros esa pléyade de santos y sabios, que nos han pre– cedido. E·llos nos cubren ~on el manto de su gloria. Cooperemos nosotros agradecidos. La Iglesia .reclama nuestra colaboración personal, privada y pública.

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