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-109- práctica el pensamiento y la v0l untad de jesu– cristo. La obra franciscana está visible en ··el mun– do. A través de siglos San Francisco está repa– rando la Iglesia, porque la lgiesia no es cosa de un s;g!o. La colaboración del seráfico Pat-riar– ca se per.petúa también a través de los t iem– pos, y como Jesucristo le dijo a él desde el cru– cifijo, nos dice ahora él a nosotros desde el cielo. Nuestra colaboración pequeña o grande, según !a medida de nuestro €Spíritu, no debe falta·rle; y ved cual es el obj·etivo que debemos considerar en estas ocasiones. Renovación de votos equiva·!e a renovación de propósitos. ¿Qué propósitos? Los que nos tra jmon a esta vida franc iscana. No venimos sin una orientación. A~eptarnos este hábito y esta norma de vida pa-ra realizar ·en •la historia la misión f·rancis– cana, para cooperar a aquel sublime ideal del s·eráf ico Fr2'1dsco. Para que nuestra labor sea efectiva a ba– se dei cumplimiento de nuest.ros votos, al re– novar éstos, debemos también cobrar un mac yor aprecio y estima de la Orden para unimos con ella cadn vez más íntimamente. A este efecto debemos Tepetir lo que de– cía León XIII, considerándose franciscano: "In famil ia-m franc iscana-m adscriptos esse gloria– mur.. .Para senti·r esta gloria íntima nos bastaría dirigir una simple ojeada a nuestra historia, to– da ella cuajada de doctores de santos y almas heroicas. Quiso el Señor que esta Orden de Menores tuviese acaso ·Jas mayores glorias, ve– rificándose, lo que se dice en aquellas palabras de Jesús: Serán primeros los últimos. ¡Qué magnífica galería de hombres sabios tuvo la Orden serMica desde el principio! No es
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