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- 106- tas? Generalmente de ·la i·m,punidad. Y ¿por qué se producen tales situac iones? .Porque no se quiere reconocer el de·recho a ,¡a corrección. Es un caso ejemplar en nuestra historia ~rancisca­ na ·el del Beato Juan de Parma, sabio y santo, obse·rvante y prudente. Cuenta el suceso Wad– din¡w en el torno IV de la última ed ición de 1931 . El ·benemérito General quiso poner orden en las cosas. Nihi'l magis cu·rabat quam tepentem in multis primoeve ord-inis fervorem crebrae exhortationis flage'o Herum in flammas excita– re et pristinum nitorem modis ·omnibus restitue– re. Era un deber y una obligac ión e n el General. Quería quitar abusos "modo verbis", "modo fac– tis". Pero los culpables nunca creen que deben ser corregidos. Comenzó, pues a mirar por la observancia; pero los relajados ·se levantaron contra él. Va·lien– temente trataba de suprimir -la insubordinación, sometiendo a ;la obediencia a los súbditos insu– m isos. Hinc secretum mu·rmur, frequentia conciliabula, deinde constans in hominem conspiratio. Esta conspiración acabó ·por hacerle renunciar el car– go; éi no podía hacer traición a su conciencia y a ·su deber. . . Vinieron las acusaciones contra el ·insigne General porque todo corregido y cas– tigado se .cr-ee con derecho a justificarse. Es lamentable esta historia; pero, ·la his– tor·ia se ·repi te. . . Eso •no desobiHga del de– ber, y lo que no se cor-rige a tiempo se hace di– ficil enmenda· r.lo después ... Hay una justicia que es santa. Una correc– ción que es perfecta y caritativa. ¿Qué" debe corregi•rse con modo? Cierto. Pero para el co– rregido todos los modos son malos, cuando no hay convicciones •r-eligiosas. tPor doloroso que sea, la cirujía es a veces necesaria para que no

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