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-102- que atormentan; temores que acobardan; des– esperaciones que derriban, indeliberaciones que ahorcan el a·lma; celos que roen ·el corazón; ten– taciones, sequedades y otras muchas cosas que traen el alma harto ado·lorida. Todos sabemcs algo de esto, sobre todo de aquellas nieblas espirituales cuando se olvidan todas las razones que nos consolaban y daban luz; y como no se vé ·fruto de trabajo ni cosa que consuele, cada pulga se hace un elefante, etc.... Al fin son cruces que hemos de llevar con . amor ya que Dios las ordena. . . :Para eHo es gran recurso el escondite de las llagas de Je– sús ... Amar :la Cruz parece necedad. Todavía hay gentes que nos achacan de esto. No ven fruto alguno en vivir o deseando cruces o resignado a las cruces. Pero entendamos al Maestro Divi– no : .Mementote ser .monis mei .. . quem ego dixi vobis; Non est servus majar domino suo (joan XV). La Cruz de Jesucristo, debe ser también la nuestra " Nos stulti proter Christum; nos ig– nobiles ... Sean cruces de persecución, o cruces de enfermedad o cruces de interna tr·ibulación .. . son herencia divina y ·en nosotros herencia franciscana .. . Pero al amor a 'la eruz no se llega sin grzndes meditac iones en !a Pasión del Salva– dor. . . deberíamos esta•r constantemente bajo el árbol del Salvador en compañía de la Santísi– ma Virgen y de les amados discípulos. . . " Sta– bat juxta crucem. Estaban recibiendo en el co– razón la impresión de aquella imagen adorable.

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