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-94- y lo torna mudo sin pláticas con sus semejantes. Mudos "sabios", que perdieron el habla de 1as cosas humanas. Si hablan nadie les entiende, porque en e>l mundo se desconoce por entero el A. B. C., del mis– terio del amor... Por eso las almas grandes que aman profunda– mente'. se callan, para no ser tenidas por dementes. La locura de. los que aman la Cruz es escándalo para los gentiles y judíos. La prudencia cristiana impone muchas veces la necesidad de callar "para no echar margaritas a los puercos". El .mundo toma a hipo– cres·ía y bobez este modo de expresar las cosas divi– nas que se llama "sabiduría de la cruz". Y general– mente será preciso ponerse sobre los labios cristia– nos un cierre de cruz, para no ·escandalizar a los profanos . . . "Mi secreto para mí", dicen con Isaías (XXIV). Pero si el "amor calla" muchas veces habla con las obras y es soberanamente bello ir repasando la his– toria de los desiertos poblados de anacoretás y de los claustros flerecidos en vírgenes. Hay que estudiar el libro de sus obras virtuosas para enterarse que brota de un amor que les hizo callar y morir para vivir mejor la vida de Cristo; recogidos en un sHeri– cio largo ... La condensación de las almas en el silencio del amor es profundamente perfectiva. Los divinos si– lencios de la vida cartuja hablan con voz de piedras y de estrellas, testigos de su vida de pureza, de morti– ficación y trabajo. El amor que "calla", es· S. Bruno. . . hecho es– tatua viviente, y es una voz que sale de· los desiertos ·;., J.

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