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-93- rinto. Le interesa "su vida interio~" y para escuchar la gran voz del "silencio sabio" se aisla. Pero una vez que ha escuchado la sabiduría del interior y se ha trocado en otro hombre, puede hablar de la sabidu– ría de Cristo, no con lenguaje de hombre amaestrado en el Ateneo, sino con la lengua del amor que habla de la cruz. Non in persuasibilibus humanae sapientiae verbis sed in ostensione spiritus et virtutis". Como S. Pablo también S. Agustín "calla" con ser un eminente retórico. El amor lo enmudece. Es •}l hombre representativo del pensar profundo. . . Es el genio de la elocuencia hecho silencio. Su amor lo hace callar. El amor no es una palabra profana; 3S una palabra profunda ... S. Agustín estudia en -;u interior las profundidades del amor, y cuando el si– lmcio reflexivo ha iluminado su mente encendiendo el corazón, escribe sus "Confesiones". Ha callado la · retórica del hombre, pero el hombre ha encontrado la elocuencia del amor. Nadie como S. Agustín ha comprendido el amor. Nadie ha celebrado mejor la potencia del amor. "El amor calla" como el niño en el seno de la madre hasta que se forma y venga a la luz; pero cuando se ha formado y tiene que darse a entender, habla en misterio. Cuando el Dr. deHipona describe sus concepciones sobre el amor divino, · cree que su lenguaje es inac– cesible al vulgo. No todos entienden el lenguaje de amor. "Da amantem et sentit quod dico". Dadme uno que ame y me entenderá", de otro modo mi len– guaje parece geroglífico. De hecho así es. . . El mundo no comprende la maraviJJa del amor divino que arranca al hombre del ruido y lo lleva al desierto
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