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-92- pansiones al corazón. El amor profundo busca el retiro cordial; no quiere evaporarse, se siente fuerte en la mudez; calla porque no quiere que· nadie éscu– che sus penas, porque la pena pesa corno un mundo y detiene el aliento del corazón. El amor calla para que no sea sorprendido en su insondable dolor que llena todo el corazón. Se ha dicho que el cristianismo es de hombres profundos; en efecto lo es. Vivió en las catacumbas hasta que se maduró en el dolor. En el silencio de los subterráneos se fortaleció. El ¡p.is – terio del alma se hermana con el misterio del dogma. El cristianismo ordena plegarse sobre si mismos para estudiarse por dentro. Las superficies son vanas.; fácilmente se agitan con el viento de los aconteci– mientos. El cristianismo es la verdad que se incuba ,en el misterio profundo de un profundo amor. J esu- cristo calló por mucho tiempo, porque era el Maestro Divino. Para atraerse lo suprasensible, para cer– nerse en la región de lo eterno hay que hacer silencio en derredor. S. Pablo era el cristianismo aprendülü de J . C., y después de convertirse en Damasco, aun– que supo que era elegido para apóstol de las gentes, se fué a Arabi~ y estuvo tres años allí y seis años en Tarso, en la inacción, aparentemente. Estaba rnu. do de amor. Sorprendido por la revelación divina, no sabía hablar debidamente. No se le oye predicar du– rante nueve años; está "mudo" ante los hombres, oyendo a Dios que le prepara. Sin embargo, San Pablo al retirarse a ·la Arabia y a Tarso no estudia, "se estudia". No le importa la política de Roma ni la filosofía de Alejandría; •le importa el silencio. Ni hace caso de la sociedad altiva y elegante de Co-
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