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-88- 1 ! de la libertad de las almas. El amor "esclavo del amor divino", "diviniza", haciendo prppio el corazón de Je– sús ... Vivo yo, nó ya no sino que Cristo vive en mí. El amor "esclavo" tiene en el terreno humano y corrosivo una leyenda trágica que han escrito las nguas del canal de San Carlos y otros canales o via– ductos fuera de Chile ... Se ha dicho con muchísi– ma verdad que el corazón esclavo del amor era una locomotora loca. Que el amor humano es siempre un viento urente que lucha contra la roca de la vo– luntad y hace saltar brumas robando perfumes a la tierra virgen de los corazones; y como los deleté– reos ácidos marinos come y oxida las rocas más firmes de asfalto y de hierro; así ese amor y ese viento cargado de ácido del pecado, oxida las vir– .tudes y come todas las substancias espirituales del alma dejándola yerma de vida moral. El huracán que luego se desató, cuando se perdió el imperio de la moral, arrolló la vida, y la tragedia vino com<J una consecuencia fatal, aunque buscada. Es necesa– rio ir guarneciéndose en el deber desde el momento en que se siente. el ruido molesto del viento del anior que canta su sinfonía, siempre áspera, pero siempre agradable. Es preciso ir cortando las ligaduras ·del corazón desde que se siente el dolor que ata a un objeto extraño y no puro. . . Es P.reciso no olvi– dar que el amor vi·ene como niño jugando entre flo– res y luego s.e queda como tirano amarrando el co– razón con hierros irrompibles. · A la hora de prima se tiene que romper la ata– dura de la vida .. .

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