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-87- das, por los anillos de recios muros, almas que pa– recen vírgenes y que, no obstante, se au\jentó de ellas la virginidad del amor. Los frecuentes suicidios amorosos de niñas que apenas alcanzan.]a edad de.un rosal, prueban que exis– te desde muy temprano un amor que esclaviza... Cierto que subiendo por la montaña de la dicha se hallan fuentes cristalinas y puras como la nieve, rodeadas de flores hermosas que llenan el ambiente de ferfumes. Mas ¿por qué ·.esos jóvenes que suben esa montaña hallan sólo desesperación? ... ¿Por qué se- matan si tíenen corazón para go– zar? ... Porque en el primer "caño de oro" de la ju– ventud ven atormentado su corazón . . . El amor esclavo, así como forma encarcelados y penados en terribles infiernos, también forma es– clavos d~ Jesús Sacrament.adq. Nadi¡e ignora que aquel sublime manco que con ·harta destreza man·~jó la pluma, Cervantes, se gozaba en firmarse "es- . clavo del Sacramento". Pero lo que nadie debe igno– rar, es que en esta divina esclavitud, no es esclavo el corazón, sino que se hace Dios esclavo del corazón ... La ardiente caridad de la B. Micaela Vizcondesa de Jorbalán esclava de Jesús Sacramentado, fué un paraíso donde moraba deliciosamente el mismo J e– sús. . . Aquelll\ otrá condesa de Feria, doña Teresa Henríquez que se llamó "loca del Sacramento''· te– nía delicias inefables !m vivir en una celdita por donde pudiese contemplar el Sagrario de sus amo– res. Pero no queremos tratar aquí de estas esclavas "inefables" que son la más viva y espléndida prueba /
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