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-.86- vizconde autor del "Genio del Cristianismo'\ y de los "Mártires", pudo decirnos algo y aún algos de los mártires del corazón. Chateaubriand, Lamartine, Víctor Hugo, marcan un sólo itinerario del cora– zón. El elegante y melancólico vizconde gran pre– cursor del romanticismo, era como . Bretón, hombre de fe; pero su fe saturada de los primeros fuegos . románticos no tuvo la fuerza divina de las grandes redenciones del alma. Desde que Renato Chateau– briand jugaba en Sairtt-Malo, junto al mar, apren– dió de .las olas muchos misterios en relación con las ola s y mares del corazón. Cuando el romanticismo llegó a la pleamar con Vírtor Hugo, había muchos co– razones como galeotos de los barcos moriscos, r e– mando, esclavos en. la cautividad del amor, contra la reversión del alma. . . Una sensibilidad enfermiza enfermó la poesía y enfermó la idea. .El pensamien– to vivía de las sugerencias cardinales; las ideas eran vibraciones de afectos: la vida era una proyección del amor. El am:¡.rgo encanto de la melancolía y los sueños fantásticos bebieron las juventudes contem– poráneas en el vaso de la vida de la obra "Rene", donde el vizconde vertió su enfermiza tristeza y de– sesperada melancolía; para contrarrestar su .influen– cia no tenía poder "Ataiá", primoroso modelo de li– teratura, tierna y sentimental, que escribió el mis– mo autor, mojando la pluma en sangre de las pro– pias venas. La romería de las almas jóvenes al "ca;;– tillo encantado del amor'', ha creado o perpetuado ·una literatura de mérito indiscutible, pero de posi– tivo tormento para el corazón. Hace mucho que dentro de ese castillo gimen encarceladas, abraza-

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