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- 84 - cuentos, poesías, estéticas, literatura, aventuras, na– .rraciones, etc. . . Lo más excelso y lo más ruin es un reflejo de la "esclavitud" del corazón . . . El corazón manda. . . y el hombre obedece. . . por · mu·cho que ese hombre mande fuera de si, es un obe– diente al mandato que viene del amor. Esclavos cuando . parecen soberanos; cautivos cuando parecen li- .bres. . . "La vida de los grandes hombres se desarro– lla en ese ambiente". La odisea de un soldado, co– mo la de un presidente de Estado lleva esa ley, y a ella se somete. El amor no tiene categorías. El aristócrata miJs relamido y el peón más agreste llevan un solo tema de felicidad. Uno y otro tienen un corazón "domi– nante". ¿Frío? He conocido caracteres como un témpa– no del norte por fuera, que por dentro eran como los altos "hornos" industriales. Toda la escoria de la exis– tencia obedece a esa esclavitUd ... como también obe– decen a ella las más altas cumbres de epopeyas . .. Al considerar este fenómeno universal se compren– de la frase agustiniana: el hombre es lo que ama ... si ama el cielo, santo, si ama tierra, terreno. . . Y no hablo de ese amor loco que es el derroche moral de la juventud mal educada; hablo del amor adulto ya hecho a mirar la vida, a contemplarla de todos modos. Los médicos y la medicina no pueden dar remedios para los males morales; ni los reyes y soberanos pueden garantizar la libertad de los corazones ... Hay esclavos de dos maneras. Los que aman a Dios y lo bueno; los que aman al demonio y Jo malo. Hay l!n calvario para los unos, pero que se trueca en --

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