BCCCAP00000000000000000000239

- 8Z- le ser curiosa; pero la realidad del "amor esclavo", lo mismo en el tiempo homérico de P.olifemo, qu(} rn la era de las Olimpiadas griegas es un detalle incrustado en el corazón de la historia. Olimpia, la célebre ciudad de la antigua Grecia, la gran gene– ratriz del movimiento atlético, no puede librar los corazones de sus grandes atletas, de esta esclavitud. El gran estadio de la desaparecida ciudad veía la lucha de sus atletas olímpicos y sentía el gemir de sus corazones esclavos. El amor· "esclavo" no perdona al hombre gigante y guerrero, como tampoco perdona a la más delicada dama suave como una seda. El amor "esclavo" es una debilidad y no una fuer– za; una sumisión sin embargo, que obedece a una fuerza. Al veces la fuerza muscular está en sentido inverso de la fuerza moral; mientras un gigante derriba de un directo al mentón a su contrincante, una florecilla tiene ·esclavo al hombre del puñetazo . . . Majora sunt vincula cordis quam corporis ... Tienen poder mucho mayor los hilos sedosos de t.ma cabellera de oro que los hierros y las cadenas de .Sansón. Mientras este fenómeno de la fuerza sa– cude con sus brazos las columnas del templo, su mujer le aprisiona fácilmente y lo vuelve a la impo– tencia con el amor. "El amor esclavo" es esa imposibilidad en que el corazón pone al hombre para valerse y· desarrollar sus vigorosas fuerzas. No han sido los cañones lo.3 que en más guerras han vencido, ni los generales los que más batallas han ganado. El secreto de los co– razones y el amor que hizo esclavo a un Rey o a un

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz