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- 79- tantas niiÍas y jóvenes que bajo la gracia de Cristo obtendrían esta libertad y esta grandeza que el·los,· los doctores, no podrían lograr. Léase el capítulo VII de sus Confesiones y luego el capítulo IX después que Ponticiano les explicó la vida espiritual de los desier– tos. S. Agustín gritaba a Dios: "Dadme Señor cas– tidad, pero no ahora" (cap. Vli). Pero una vez re– tirádo Ponticiano dice a su amigo Alipio: "¿qué es esto que pasa en nosotros? Levántanse de la tierra los indoctos y se apoderan del cielo y nosotros con t<Xlas nuestras doctrinas, sin juicio ni cordura nos estamos revolcando en el cieno". . . Y mientras las pasiones tenían en. grillos su alma, parecíale ver a .la castidad consu cortejo de niños y niñas, de jóvenes y fieles al paso celestial que le decía: Qué ¿no has de poder tú lo que han podido éstos y aquéllos? (cap. XI). · ... ·· . -~ . ~-. ! :·:·
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