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-72- dores ni miSioneros abnegados ni Hermanas en los . Hospitales, sino viviese en ellos el ·amor de Cristo, que dice: "lo que hicieres por el prójimo tú herma– no, lo haces por mí". Ni un vaso de agua qué ofre– ciéreis por mí se perderá, cuanto menos se darán al olvido los sacrificios del corazón de tantas almas católicas. El amor que libra del error y de la enfermedad t:s un símbolo de este amor sublime y heroico que ll!iga al corazón y libra de la desesperación y de la muerte; es el cántico de la liberación que Dios es– cribió con el plumaje glorioso de todas las aves y de todos los seres de la creación. AMOR, amor el mundo todo clama AMOR, amor la creación proclama En ese amor santo, dulce y libertador se bañaba el Seráfico Padre. Sobre todo está en nuestro pro– pósito insistir en la t~ría del amor "que libra", desde el punto de vista psicológico y moral. Se han equivocado los términos del problema y aún el con– cepto de las palabras, respecto al tema. Se ha escrito que el amor somete a una norma el corazón y que es un grillete del alma la ley regula– rizadora del amor. Prueba ésto a qué abismo de obcecación llega ·la mente bajo el imperativo de las pasiones. Cierto que no hay error que no haya sa– lido de la cabeza de un filósofo. Pero no es la ca– beza la que elabora este linaje de error; es el cora– zón, de donde brotan con los sentimientos. . . El POc bre corazón como enferm'o de pasiones, con la fie- ·
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