BCCCAP00000000000000000000239

. -65- mismas. Viven fuera de sí. . . No conocen el amor que ordena. No saben más que seguir el capricho. Sería horroroso que en el film parlante se perpetua– ran sus quejas de epilépticas, de necedad supina, aún delante de sus hijos. No conocen el "arte mudo", si fueran mudas reventarían. . . . Con ellas la convi– vencia es difícil, pero ante un imposible doméstico la honradez tiene un camino, sólo un camino, a no ser el del sacrificio que sería el camino noble de los mártires del hogar. Ese camino también es el or– denado por el amor: Acudir a la autoridad corres– pondiente para apartarse del matrimonio. . . un di– vorcio "ordenado", como remedio a tanto mal; la separaci6n conveniente, pero manteniendo incólu– me la indisolubilidad del vínculo, que es ley de Dios, y lo que Dios unió, el hombre - por grande que sea - no puede separar. Hay una fiebre de amor, como una fiebre de oro, y como hay también una fie.bre aguda; y general– mente es-e afanoso empeño de romper el vínculo pa– ra ir con otro o con otra, más que amor, es "fiebre aguda". Para algo deben servir los frenos morales y las reglas de honradez contractual. En semejante caso, lo que se gana en libertad, se pierde en amor, o"lo que se gana en "amor" se pierde en dignidad·. Hay conciencias musulmanas que. pasan por todo: No es ese el caso. El caso es pasar ei puente de la . "victoria'' con honradez, $quiera sea con marcas y señales de suplicio. Es locura pretender caminar siempre por la "calle de la flor''. Hay que no olvi- · d-ar que vamos por el "valle de lágrimas", en busca

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz