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-64- está en el sacramento sino en algo que va contra él. Desde el momento en qué dijo el Señor: "el erunt duo in carne una", dejó demostrado que una tercera carne podría venir a estorbar los bienes matrimo– niales. Los divorcistas que desearían un matrimonio cine~ matográfico, son los corruptores de las civilizacio– nes, los enemigos del hogar. El matrimonio no pue– de ser ni "negocista" ni "divorcista'', sino "unionis– ·tas". Sólo el amor une; el des•amor rompe el enlace cordial. El amor jamás soñó en la separación. Eso h: sueñan los que carecen de sentido cordial: "hoy contigo" y mañana con otra ... Quisieran cambiar– se de compañera como de apetito, o como de ropa interior cuando se les antojase que no sirve ... Qui– sieran películas matrimoniales, y que cada hogar s~ convirtiese en un Hollywood de filmación bajo la dirección de un capricho . .. Los matrimonios no son "noviciados de vida", sino profesiones o "estados de profesión". Esa serie de cuadros teatrales, que · se reproducen entre casados "sin vocación", sin adap– tación son para impresionar motivos de divorcio que por desgracia se editan a poca costa. Hay mujeres que, "viven siempre en la plaza de la discordia'', nun. ca en el templo de la paz doméstica. Dicen que aman, porque son hermosas; pero su hermosura es fea, porque es discordante; carecen de serenidad mater- ' nal, de cariño de esposas. Sus nupcias se celebraron con el amor, no con el hombre que las acompaña, y perdido el amor, se creen con derecho a la libertad de vida. Soñaron unos instantes y enseguida su em: briaguez amorosa las desilusionó. El desquicio de si ·

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