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63 .- nadas de paganismo lascivo y de he'rencia diabóli· ca. Pot eso antes de casarse hay que abrir los ojos y nó unó sólo: el uno par11 ver el aspecto plácido, luminoso dorado, todo ensoñación y pureza. El otro para ver el trabajo, el esfuerzo, el dolor, todo sacri– ficio. y grandeza. . . Sólo los que han perdido uno de los ojos o no quieren extender la mirada por el ver– dadero paisaje que iban a recorrer, pueden luego quejarse d e· haber desconocido el p¡;oblema · "¡ Proble– ma, Lotería! Bueno, pero al ponerse en juego y cos– tear el número no hay derecho a recoger la pala– bra ... "Antes que te cases mira lo que haces". Es criminal obligar a la otra parte a que se atenga a la suerte mientras que· uno no quiere sino jugar a se– guro. No son problemas insolubles los del matrimonio. Los que suelen resultar insolubles son los vicios que se llevan a él. - La ley del amor que ordena no tie– ne lá culpa de semejante fenómeno. Cada cual debe responder de sus viciosos aportes. No es .'posible con- .vivir felizmente en el hogar, unido en amor a un hom– bre o a una mujer, conviviendo con vicios que hacen · imposible la unidad del amor. No hay guepretender al– terar la ley de la unión, sino suprimir el motivo de la desunión. . . Las imposibilidades vienen ·de. fuera del hogar, vienen de los vicios de cada cual. Es sa– crílego echar la culpa de los percances íntimos a la ley sacramental. · La · ley sacramental ordena el amor en beneficio de los c6nyuges y de la familia. El desordenador es eso que contradice la ley sacramental. Es preciso tenér el valor de las confesiones sinceras y recono– cer que ·el obstáculo para la dicha en la unión no ,·· '· .. ~.

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