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'~ .' ~· .• '.• _J -62 dor de.: tan bellas y . consolantes enw!!ione¡¡ ' las hJ)- . ras dé! hhneneo, para que se rompa '· a _<;apricl:io la ·· ley de la .continuidad. Precisamente se hace difícil esta continuidád' cuando se cree fácil su termina– ción. Si no hubiera divorcio en perspectiva no ha– bría tanto profano descontento y ·tanto ataque a !a ley matrimonial. El refrán español que dice "quien está a las maduras debe también estar a las duras'', d.ebe tenerse en cuenta en el hogar_ ''El amor que ordena"_establece una dependencia afectuosa ·y casta entre los padres e hijos. La felici– dad que causa el advenimiento de un hijo y el será– fico ideal que tiene el beso en l¡¡s primeras caricias paternales, compensan los dolores que provienen de . su· crianza y educación. No hay tesoros· para com– prar al padre el goce casi supra-terrestre que le ad– viene de la contemplación de un hijo. El padre debe cuidar de que los hijos sean una edición completa de si mismo; completa y corregida si es caso. . . En ellos tiene su inmortalidad; se ha perpetuado en la carne y en el alma de los que de él nacieron. Nml– ca lps hijos ponen al padre en situación difícil ·si sabe ser ·padre. El amor paternal ordena su vida en relación con las atenciones de las familias: trabajo, ahorro, economía. Sería gollería egoísta incalifica- . ble el pretender gozar de todos los frutos del matri– monio, sin aporte al goce: el trabajo correspondien-, te de · esfuerzos. El mismo amor ordena las cosa:~, de modo que un marido casado decentemente .~e "comprime" se "adecenta" y ~'afina" en espera de su perpetuación en la prole. Sólo los vándalos del amor se preocupan de teorías malthusianas, impreg-

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