BCCCAP00000000000000000000239

-60- el corazón de la mujer para desconcertar en el dúo amoroso del hogar; si ese amor que los unió para siempre fuese ''libre" no .sería "amor sagrado" no podría atenderse debidamente al fruto · del amor. Disociados y desacordes, la lira causaría desconcierto y en el hogar se produciría un terrible malestar, o por mejor decir: se rompería ·el nido. y no podría cÚi– darse de lo insustituíble y perentorio: la creación y educación de las flores. . . que brotarían del rosal del cariño. Era preciso concentrar las energías cordia– les y suprimir las demasías del esfuerzo exterior, para causar la felicidad interior del hogar. El orden del amor ha obligado a la mujer a tener por jefe al hombre, porque era necesario que una batuta di– rigiera los compases de la música hogareña; pero el mismo orden ha constreñido al hombre a sacrificar– se por la felicidad de su compañera y de sus hi– jos ... El divorcio en las duras vicisitudes del matrimo– nio no resuelve nada, antes lo empeora todo. Es el más grotesco de los pretextos del amor libre, para desprenderse del sacrifi<;io impuesto. El que alguna vez habría de recurrir a este pretexto, jamás de– bería pensar en llevar al altar a una mujer. Segu– ramente que .es una situación penosa la de dos ·co– razones que no se entiÉmden ni se aman. . . Pero eso no autoriza una separación; para eso debería· re, conocerse como problema el matrimonio; y el hom– bre que juró eterno amor nunca soñó en convertirlo en problemático. Que cambian las cosas de la vida, Cf! cierto; pero que hay que tener el valor de las conse– cuencias también es cierto. . . Los que se divorcian

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz