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-58- ¡¡amiento su vida, aunque se entregue a la defensa del error. Tampoco niega al amor . su fecundidad, ' aUnque se manche de impudor. Pero al pensamiento libre que no le priva de la vida> le ~ priva de la ver– dad, y aJ corazón libre que no le niega la fecundi– dad, le niega la dicha .... El amor que ordena tiene unas reglas sabias de ordenamiento ... No se trata: de- matar la vida con el orden, ni de ahogar el placer con la ley. . . La vida y ·el placer del amor se mantienen incólumes en su maravillosa belleza; pero se trata de no gozar conc tra las leyes que la misma naturaleza establece. La naturaleza hecha por Dios está ordenada a Dios ... Hay un inmenso silencio .de la razón en los miste– rios; pero a veces el silencio es música. La razón natural ·no ·se suprime en el misterio, pero calla, y es el arte de Dios para armonizar lo natural con lo sobrenatural; en el silencio de · la música no se su- 'prime tampoco el arte. Precisamente se hace .si- · lencio para hacer mejor arte. Pero, como en la .mú– sica, el silencio no deja lugar al desconcierto y .nun~ ca es más seguro el arte que en aquellos silencios, del mismo modo: el amor que ordena la vida, armo– niza los dos mundos en el hombre, pues están gran– demente enlazados, y nunca el amor e)!tá más .seguro , que cuando calla.
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