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-49- Las' pasiones nos arrebatan la vida en girones de lo– curas, y Dios pone de centinelas del alma a los do– lores amargos, a fin de llamar la atención del ca– minante: "No es por ahí el oamino de tu felici– dad". . . ¡Caminante que corres, en vertiginosa vorá, gine ,tJ.'as el ensueño del placer, detén tu paso!. .. El dolor nos detiene y cuando el alma reconoce su locura, canta la liberación. . . es el amor que llora .. . Se ha dicho : el hombre no debe llorar .... Pero nada inás humano que el llorar cuando el alma se enternece. El hombre no sabe ser roca du– ra, mármol frío. Si ama, ese mismo amor lo llevará a esa región misteriosa del llanto, y ya en secreto, o ya en público, dirá un cántico de lágrimas. . . y bendito aquel que puede llorar. . . La felicidad de las lágrimas es una bienaventuranza anticipada. "Beati qui lugent". · No hay hombre que no haya llorado de amor, al- guna vez. .... Cuando Dios ha querido convertirlo haciéndolo ca– minar por bajo una bóveda tejida de relámpago'!, e) dolor prendió en él ante la luz de los rayos .. . Muchos que hacen profesión de maldad no son ma– los por falta de corazón;. profesan en una vida de · ignorancia, y no saben lo que nacen. Jesús conoció a los hombre,s; dé ellos era el ladrón que tenía cabe sí; de ellos el pueblo que lo mataba: "Nesciunt quid faciunt". . . pero al abrir los ojos y ver ¡ay! ¡qué pena sienten muchas veces, al ver lo que han he– cho!. . . El pecado hizo de ellos un pueblo de inicuos. La luz hará de ellos una legión de arrepentidos, y 4

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