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- .37- Navegamos dulcemente llevados por la corriente de algún liviano placer; y cuando más avanzamos más rendidos nos hallamos cansados de padecer . . . A medida que se inflarria en nuestros pechos la llama prendida por la pasión ; roja luz nos ilumina, con su fuego nos fascina y nos quema el ,corazón . .. Esa es la realidad de la vida, según canta el poeta de nuestro recital. Aunque el amor no miente, miente el engaño amo– roso .Y mienten las ilusiones que se forman como '"iris de esperanza" en torno de un gran deseo . .. Pero siempre la dicha de amar nos engaña cuando el amor nó es casto y puro . . . . El frío del amor es muy conocido en ciertas regiones morales del mun-· do . . .. Dame la mano .paloma mía que está cayendo la nieve fría. Al fin se acaba el galvanismo de los deseos y d<:!l apetito, y la felicidad que en ellos se cifraba queda en la muerte helada.