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-27- alienta en el corazón del cristiano que busca en el ¡¡mor "un ascensor para Dios" ... . El otro amor que es como antorcha de poemas índi– cos y que tiene cetro de ensueños, a ve·ces resulta heroico, pero generalmente vive tejiendo quimeras. Aún entre cristianos de profesión, escuchamos no .pocas veces juramentos de amor que no dejan de ser reflejos de sonatas musicales; no hay ·sonatas de Bethoven que tenga tanta cadencia y tanto es– tilo como un amor que lo es y porque lo es está at·– monizado con ·el sacrificio y el deber. Aunque se sienta pálido y pensativo bajo un sauce, ese amor es hermano de Cristo. . . . Cristo que redimió el amor sacándolo del cautiverio y cárcel de esclávos. El amor calificado es como un pomito que se llev,¡, dentro del alma y va dejando su rica esencia en to– das las veredas de la vida. Es rico el amor si es amúr. No lo estropees, no lo manches, no lo profanes; guárdalo tú en el cofre de las cosas sagradas de los cálices áureos, de las blancas estolas de las santas reliquias donde hay gloria y dolor. A la sombra de un roble centenario se puede vi- vir contento con semejante don. ' La tierra del dolor se purifica a su contacto, y .el aire se transparenta y es· m!is luminoso. Aire sano, vital, lleno de oxígeno, cargado de san– tidad·. . . . Todo es lumbre en derredor de un amor

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