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¡ -16- na. . . Almas ·al servicio omnímodo del "Amor de los Amores". · Por medio de estos privilegiados amadores de Dios se opera .en la tierra como una "radio-genote– rapia'', que n9s cura de nuestras lücuras engañosas y bajas concupiscencias, pues el amor divino, a tra– vés de esos vasos de la gracia, causa una radiación de terapéutica espiritual, porque realmente esos es– píritus son como dispositivos providenciales que se · vuelven, no sólo luminosos; sino terapéuticos ni producirse en sli interior esa supertensión del di-. vino amor. . . . Llega entonces con la corriente de su · sacrifido una energética viva y supra natural que cura y sana con la radiación del ejemplo y oper:t– ción abnegada. Hechltras de ese amor fueron aque– ll318 dos vidas paralelas por lo sorprendentes y asom– brosas, San Bablo y Ramón Llull. El uno herido d;¡ súbito fuego celeste y asordado del horrible s6n de un trueno en el camino de Damasco. El otro tro– cado del mal al bien por reiteradas visiones .noc– turnas de Jesucristo crucificado. La sagrada litur– gia aproxima estas dos fiestas grandes en el cielo y en la tierra. El amor divino purificó los dos in– mensos vasos de mística cristiana y llenó de aceite suave y de luz indeficiente esas potencias lumíni– cas. Amb,os a dos:. S. Pablo y Llull pudieron decir más tarde lo que dijo Catalina de Sena: "la mía natura e fueco". Asociados a la contrición más pu– ra, vivieron también asociados a la perfección más excelsa que produce aliento, pule y consagra el amor. Mientras Saulo de Tarso respirando amenazas y mortandad iba por el camino de Damasco, a la cla-

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