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-155- recta; o se ve a otras rivales con una "robe-manteau" y faldón de estilo túnica ribeteado con piqué blance> o cosa parecida; ella se pone loca por buscar solucio– m!s a sus caprichos de estación .. . No puede llegar la bolsa a donde llega la ambición de lucir cada estío: El dice que es preciso "comprimirse"; ella contesta que no es un deber suyo hacer el ridículo; que en .una fiesta de beneficencia donde acudía lo más granado de la sociedad y donde se veían docena·s de capitas .cortas de t erciopelo, color azul, turquesa con vestido de color cereza sobre blanco, ella tuvo que abandonar el campo a sus rivales, porque "no iba bien" y ¿cómo podía permitir un "marido moderno" hacer un seme– jante ridículo a su mujer? ... La moda hace en la mujer, lo que el alcohol en el hombre: la emborracha, la priva de razón, la tiene enajenada... La mujer tiene que dominar su afición a la moda como el hombre su afición al alcohol. Lo más elegante es siempre lo más sencillo si se sabe llevar bien. El precio de las . cosas no em– bellece, pero siempre embellece el precio de una mis– ma. Es absurdo ~nsar que la moda da mayor valor a la mujer; se lo quita ... tiene que rodearse de ac– cesorios para merecer atenciones. La mujer debe va– ler más que la moda; ~ro siempre vale menos la que no puede sobreponerse a la moda. Lo ridículo no está en lo que digan, sino en lo que se es. . . Y nada más ridículo que una mujer gastando lo que no tiene o pretendiendo ser -lo que no puede llegar a ser. El amor a la moda domina todos los otros amores. cuando el corazón es de oropel. Mas, en corazone¡l de oro, sobre collares de hileras de perlas y ·~schar-

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