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- 151- hay que idealizar los deberes hasta amarlos, y amarlos para cumplirlos, y cumplirlos pensando que "el hogar es el horno en que se forjan los héroes". ·El amor conyugal para vergüenza de esta civiliza– ción, no es esto que señalaba elegantemente un sabio escritor: "fuente de los futuros héroes". Acaso fuera más oportuno y exacto, aunque sea grandemente ver– gonzoso, lo que decía Genofonte de los griegos: "un contrato en que .el amor no tiene cabida", pues todo se reducía a sacar las mejores ventajas de la atrac– ción física. En todo amor para que sea tal, tiene que estar Dios, como el acento sobre la palabra. Mientras no haya ésto, el amor por aristócrata que .parezca será muy plebeyo. Cierto que los amores ga– lantes fueron a veces ensalzadores de la miseria. Hay quien como Juana Bien, se sublimó de plebeya a favo– rita. Bor amor? Nó. La Du Barry no se enlazó por amor, sino a costa de amor. Luis XV que la levantó al rango de favorita suya, siendo como fué nacida casi en la miseria, no fué impulsado por el amor, ni ella pudo jamás pensar en amores reales, cuando una cábala, vino a arrojarla en los brazos del rey galante. Luis XV cerró con ella el ciclo de favoritas oficiale3 que de escala en escala llevó hasta el pueblo; ni las hermanas del Nesle, ni luego la famosa Pompadour, ni ,por fin La Du Barry, la antigua vendedora de ba– ratijas, cuentas falsas y agujetas· para calzado, fueron amadas del rey. Era el lujo pasional y la soberanía de .su posición, lo que obligaba a las hermosas a ser pasto de su voracidad pasional. Por lo demás, el conde de Barry encontró accidentalmente a Juana Bien, en

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