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-150- sensibles. Francia, sólo en el año 1929 vió rebajadas en 16,775 sus ya escasos nacimientos. La misma Bél– gica, donde algunos han creído ver conjurado el pe: Jigro porque la cifra del porcentaje se ha mantenido a la par en los últimos años, señala desde 1912, una manifiesta decadencia. Sin embargo en el añ<J 1929 la natalidad fué de un 23,73 contra 18,3 en 1928. Se han insinuado muchas causas del mal que cunde como un cáncer ... No ha faltado quién imputa parte d·e la culpalidad al cinematógrafo; pero la causa fun– damental está en la crisis del "deber", por falta de ideales superiores y por S()bra de terrenidad de afec– tos. Si la indisolubilidad del vínculo conyugal lo exige la razón, la reclama la moral, la prescribe la religión, la pide el bien social, este vicio de la amputación de la. natalidad es contraria a la recta razón, al orden moral, a la ley religiosa y el sentido social. La fam1- lia es la -muralla que defiende la vitalidad de la patria y del mundo. El divorcio civil es un nombre inven– tado para "blanquear" ese "pozo negro de inmundi– cias". . . El padre y la madre no se unen como dos anillos; el hijo es a modo de soldadura autógena de la fusión de estos seres, en todas sus potencias. El amor c:myugal creador de la potencia aféctica debería ser un amor que los encendiera en una misma llama, el néctar que los embriagara en idéntico deleite y el fu ego sagrado que los fundiera y los sublimara en una sola adoración. Si el hogar es el mejor libro de la historia de lofl pueblos y la mejor academia de cultura estética, psi– cología y moral, es también, o debe ser, la mejor escuela de hidalguía y de nobleza ... Para que así sea,

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