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- 121- te, ellas vivirán seguras. Jamás les falta el alimento de la alegría divina; nunca morirá su Esposo; jamás vendrá el duelo a poner sus negros crespones en su corazón. Viven alegres y son la alegría de todos. Bendicen a Dios, porque en su misericordia les dió a conocer la fragilidad de los afectos humanos demasia– do bajos y pequeños, para llenar un ·corazón que fué hecho para, Dios. A veces asoman algunas nubes que destiñen el color azul de la alegría, que ocultan el bello ·sol de las esperanzas y alegrías; pero luego lle– ga el viento de nueva gracia y se descorre la nube y vuelve a amanecer la bella aurora, el rico sol, la es. peranza pura. Ellas también, devoradas por la necesidad de amar y ser amadas, buscan ese alimento necesario al co– razón. Encuentran amistades caras, puras, nobles. Dios no ha monopolizado su corazón. El esposo no es tirano," egoísta; es un amigo inefable; Jesús les dice: "ámame sobre todas las cosas y ama todas las cosas por mí". . . Ama mucho a los que mucho te aman, pero ámame mucho más a mí". La voz del Esposo casto, prudente y generoso las calma; y embriagadas del perfume de sus virtudes corren detrás. El donde quiere que vaya. . Hay quienes se sienten atraídas a la virginidad, pe– ro sin comprender sus ventajas. Es la vocación que obra secretamente; es el grano de gracia puro que va desenvolviéndose en planta virginal; luego compren- . den cuántas glorias y privilegios se encierran en el título de vírgenes; luego. . . Cuando han visto el con– traste entre unas y otras, o cuando la gracia de la inspiración les ha .hecho conócer "que Jesucristo es

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