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' -115- Hay padres cuya poca fe y corto alcance mental, se.· echa de v~r cuando quieren oponerse a esta reso– lución del amor de las vírgenes; mas, debieran re– cordin el caso del venerabie padre de Santa Catalina de Sena, que adivinando la voluntad de la joven vir– gen reunió .en torno suyo a su mujer y a los demás hijos y les díjo: "Regocijaos, porque esta hija nues– tra, en vez de engalanarse y enlazarse con un hom– bre, se enlaza con Dios". Magníficas bodas .de dos amores, en un solo espí– ritu de unión; los testigos del acto son Jos ángeles que · acompañan en luminoso cortejo bienaventu– rados, que acuden al acto de este entregamien– to de alma casta, al castísirno esposo de las vír– genes. Las deliciosas páginas del Cantar de los Can– tares, son el poema de este epitalamio casto que nó comprende el. mundo. Por eso dijo Jesús: "qui potest capere capiat". No a ·todos se les da gracias y luz para penetrar estas magnificencias espirituales en que se compenetran, Dios y el alma, como se ve– rifica en el cielo la conjunción de dos astros. El es– píritu de castidad que hizo .;florecer las soledades, abre los caminos anchurosos de la santidad. No hay que pensar que estas vírgenes de amor pretendan glorificaciones humanas. Lo humano aquí es rastre– ro, vil y perecedero. Toda la gloria .de las esposas de Cristo está por. dentro. Toda su gloria les viene del alma y del corazón, y de la familia sagrada a que se enlazan y unen con el entregamiento a J esús. "Jesu Corona Virginum". Cristo mismo es la corona de las vírgenes. Resplandecientes de divinidad forman la ge- :

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