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- 11'1-- las vírgenes se unen con El. El sacramento de gracia ha dado fuerza ·Y poder a corazones débiles, para ce– lebrar. bodas con ·el ·cordero..Han Tepudiado himeneos ~ con príncipes, como .Santa Inés y Santa Perpétua, pa– ra celebrarlos cori · Cristo. Oidme un suceso que pone gloria el oírlo: El rey de Francia, Sigeberto, había resuelto despo– sarse con Frideburga, hija del Duque de Gunzón, prin– cesa · de singular belleza; mas, ella había prometido virginidad al Señor. Cuando llegó la hora del casamiento cubrióse la cabeza con un velo y fué a arrodillarse al pie del altar, declarando que prefería· ser esposa de J esucris– to a ser reina de Francia. El rey enterado de su deseo, consintió en eederla a Dios, y tomando la mano de la joven, púsola sobre el altar diciendo: "Tal como os han entregado para mí, os doy por esposa a mi Señor Jesucristo". Y luego salió de la Iglesia para llorar, porque amaba tiernamente a la princesa. Así lo euenta un eélebre Historiador, en Vidas de Santos, 16 de Octubre. Pasaron algunos siglos; el rey de Sicilia, Federico II, amó. a Inés de Bohemia; pero la joven le rehusó el corazón, para· darlo también a Jesucristo en más casto himeneo. Al saberlo. el rey, pronunció estas pa– labras: "si me hubiera po·stergado a un hombre, cualquiera habríame vengado; mas, ya qué me pos– tergó sólo a Dios, -mida tengó que decir" ... Lo cuen– ta así el Conde de Montalembert, en la Historia de Santa Isabel de Hungría, en la Introducción. i Qué bellos -ejemplos para entusiasmar a las jó– venes nobles, castas y puras !

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