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-102- tos y disgustos. El amor es un ·tesoro demasiado caro para encontrarse en cualquiera mujer. Hemos de afirmar desde luego, que una mujer de– be amar más que un hombre, porque hay demostra– ciones históricas de mujeres que han odiado más que los hombres. El alma de las mujeres se nos antoja amor, como el alma de las flores es aroma. Nos equi– vocamos muchas veces; entre las mujeres hay palo– mas y hay harpías. La literatur-a en su mejor volumen se ocupa de és– tas. Cruzan por sus páginas esas "ingenuas del amor" como Mata Hari, "la bailarina de los pies des– nudos", cuya vida funambulesca después de sus des– tellos de una estrella brillante Jué a morir erguida ante un pelotón de soldados en los fosos sombríos de · Vincennes. La literatura aventurera de post-guerra no ha tenido figura de más sugestionantes perfiles. · · La debilidad femenina no debe confundirse con el amor, como la virilidad masculina no se traduce por falta de amor. Seguramente que la maternidad es un producto del amor. De alguna· manera hemos de apreciar la fa– cultad femenina que engendra un hijo y lo cría nutre con cariño. Pero muchas madres carecen "feminidad" bastante, para representar un .sím de amor .. . Nos complace decir qÜe la hora de maternidad es de un ambiente indefinible; todos los minutos están dorados 'por el oro radiante de un mie– vo sol de amor, animados por el blando calor lumi. · noso de la aurora naciente. Dios fué el forjador de este molde de maternidad, cofre y santuario del amor más regalado y puro. Pero cuando la maternidad .
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