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OBDIIX iante el espejo divino en dond•· ,.,.n todo lo que les inte· -rc·sa. El espejo omniforme de In dt vi ni,lad les revela toda lo que les dicen sus fieles devol.,., ¡, Quién va a creer C(11(' (:s ~· \ a ··· · ru.·i··~n pt·nsar· y admi– tir que la Virgen l1n ·o t'tllllo 1.11 II I.Jl l la ,.is ion divina, y t!UC por part ;eipaei,·,, de ¡.,, "" ' ~'~ ' "'' ,¡ , . . J. C., gozaba d" la visión aún viviendo en la 1 il' rra '1 lm teología francis · cana est.á conforme con esta verdad. Admite que la Vir– gen no ignoraba nada de lo que concierne a los rescata– dos. Con razón, pues, aplica la I glesia a la Reina del Cie– lo, estas palabras : "En mí se encuentran todas las gra– cias de vida y verdad y toda esperanza ck virtud " (Eccl. XXIV 25 ) . Palabras con qnc nos invita a recurrir a Sil mediación universal, a fin de establecerse una vitalidad sagrada r11trc ella y sus devotos. Allí donde se elaboran los pensanl.ientos, allí donde tiene su germen los deseos, allí donde tienen lugar los secretos eternos, aunque se es– capen a· la vista de los ángeles y de los hombres, tiene María descubiertos para su acción btcnhechora ,v fecunda, todas las cosas. Allí donde está el origen mismo ,¡~ la vi– da y de toda actividad, conoce la Virg'rn las necesidades y plegarias de las almas. Muchn rná~ ahora c¡ne está en el cielo, donde SU sonrisa<'~ la luz e](' la g-racia, <[UCeng-en– dra los buenos pensamientos y oraciones. WA'li'VJI.Al!. La conclusión de la teología franciscana es ésta: ~¡ todo ha_ sido creado por Cristo y por María, ésta tendrá que intervenir , tanto en el orden natural, como sobrena– . tural, en la conversación y per fección sobre todo, de las criaturas racionales. Su aprobación, prevista de los designios de Dios y los deseos de su corazón, serían realizados en la creación y formación de los ángeles y de los hombres, tanto en los 80-

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