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suelto a destruirlos, a no ser por miramiento a María que de ellos había de nacer. Se discute, ciertamente, sobre la universalidad ele la mediación de María; pero dejemos consignado que Dios oye favorablemente las súplicas y realiza los deseos de la Santísima Virgen, manteniendo hasta la realidad de los efectos retroactivos de su plegaria. Es decir: Dios, vien– do, a través de los siglos, lo que había de desear aquella su Hija predilecta, Madt·c Amantísima y Esposa regala– da, la atendió en el cielo y en la tierra, a fin de que fue– se verdad que ella es la seño1·a en la distribución de tódaa las gracias, que se dieran y se dan a los ángeles y a los hombres. Se pregunta si la Virgen concurre con un acto pcr- ~~~D=~:& ' sonal a cada una de las gracias concedida.<> a los hombres. ESTO Hay quien atribuye a Ella 1m acto general solamente, por- que una inteligencia creada y limitada, no puede ser bastante poderosa para abrazar los infinitos detalles en trabajos y circunstancias en que se encuentran las almas, que logran gracias de socorro o de bendiciones. Esta opi- nión tiene concomitancias por una opinión de Lutero so- bre la intervención de los Santos. Lutero negaba la utili~ dad (1 .. la i11vo<::1<·ió11 1lr los Santos, porque ellos no podían oíruo~, 11 i I'OIIOI'I'I' 11 llf'slms pr licioncs. Pero la opinión católica es '1'"' los ~111rloN cid I'Í1•Io rnnoc•¡•n uncstras ora- ciones y nuestms alnlrnm.11s y '"'"''~'"'' IIC'<'<'sicl:ules gene- rales y particulares, porqiH' Vl'll 1'11 l•ios lodo lo 'fll<' k~ interesa. Esta doctrin a fu(· cl<'l' lnmda l'lll (dit·a 1'11 1•! Cnll- cilio de París o de Sens, el aiio 1[i:!H, 1'1111 t ra '" •·nsPii aHUl luterana. La ensei'ianza de este lrt·r·~·sillt'•·a ''"'""" l'OIItra j a razón y contra la E scritura. Nn lr11 y clil'i,.llll:rd alguna en profesar la verdacl eal(,liea dn la illi.l'l'l'l'Si(m de los bie– naventurados, suhi~n1ln, que f.xl n~ en el cielo tienen de- - 79
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