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de María tiene que resultar inferior a ella. En la obra de la Encarnación no habría sólo un arcano que excedie– ra la razón, sino mucho~. Des<lc que ~e anun ció qne la mujer debía aplastar la cabeza de la ~l'I'JliPnl<', la t•·ndicióol fué atribuyendo a l\Iaría el triGnfo total soi.Jn· rlit·lia ser– piente, y los ángeles y los hombres, a coro, formularon cánticos y loas en alabanza a la que sería Madre de Dios. l:l. Cirilo ele :Alejandría atribuye a la victoriosa Virgen el derrumbe ele Luzbel desde el cielo: "Per quam (Ma– riam) dremones fugantur; per quam tcntator diabolus e coelo cecidit". P alabras que el gran cloétor pronunció en Efeso·contra Nestorio, proclamando la l\iaterniclad divina de la Virgen. (Homil. Ephcsi contra Nestorium). En este concierto de alabanzas tiene la Escuela fran– ciscana un puesto de honor por haber contado siempre ea sus textos con la doctrina de la Inmaculada: '' Per Chria– tum praeservata, per Franciscum defensa". Cristo fué siempre querido antes que todas las cosa.. ~, y por esto es principio y fin de la creación (1). No ha si– do introducido en elmuudo a causa del pecado.... Las rela– ciones de Cristo, primero, deben considerarse en la crea– ción misni.a, y luego en las consecuencias ele la creación. Cristo estaba predestinado antes que los ángeles y antes que nuestros primeros padres. Cuando empezó a agitarse esta cuestión, entre los teólogos, se planteaba· así: b Si :Adán no hubiera pecado el Verbo se hubiera encarnado Y La cuestión apasionó a los graneles doctores, Alejandro de Hales, S. Buenaventura, Sto. Tomás, Escoto eté. De ahí que se formaran entre las filas ele sus secuaces dos opiniones contradictorias que se llamaron, tomista y esco– tista. Cuando la doctrina era opinable, no habría incon– veniente en adherirse a cualquiera de las dos opiniones. (1) Cfr. Ap~ndlce II de este librito. 6-

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