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más que todos; e) porque hace más que todos, cuya gran– ·deza nos es imposible explicar, porque nos sucede lo que al hombre que tiene el órgano de la vista sano y prr– fecto pero a quien una enfermedad ha cerrado el párpa– do; a través de él nota que está rodeado de luz, sin poder expresarl'o porque no puede ver nada iluminado, a causa de su enfermedad. Nosotros vemos un gran horizonte de un reinado lleno de luz, sin poder describir lo que hay en su centro. Su reino es un reino todo luminoso; pero las grandezas, que hay en él sobrepasan las consideracio– nes humanas. No porque Dios la enalteciera tanto partici– pa ella de la divinid_ad; María no es una diosa. La mater– nidad divina no la ha hecho particionera de la divinidad, pero la ha hecho entrar en relaciones naturales con ella, relaciones indivisibles e intransferibles. Está en su trono de gloria como Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa. del Espíritu Santo. La hija de un padre rey, es princesa real. La madre de un hijo l{ey es reina madre. T.;a esposa de un Esposo con corona y cetro es reina consorte. Pero, ten qué sentido debe entenderse la realeza de María ? La Corte del cielo, es Corte de María reina; todos los bienaventurados son vasallos de ella. Pero el nombre de Reina puede tomarse en tres sentidos como advierte !vi. Gruyter : en sentido impropio o anaiógico; en sentido for– mal, y en sentido convencional. Analógicamente, es reina, la que es más excelente que todos. Formalmente es reina, la que tiene potestad y cargo de gobierno y dirige ta multitud; y lo es convencionalmente la qlte comparte el trono con el que es rey formal; la esposa o la madre. La Virgen es reina de las tres maneras; y aunque la realeza formal sobre una sociedad lleva aparejado el tripl<' pnti<-r legislativo, judicial y ejecutivo, no es esto r.scwiol para reinar, sí para gobernar. (1) De Marfa. Vlrglne R oglnn.: IHIIt¡ll\lt \lln (IH:tltlvo llJ)t•CII· lativa, (VIII-l7ti) Gruy lf'r. l!l:l4. - lll
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