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~!orificarlo.· La tercera el sole=e triunfo de la Asunción en cuerpo y alma al cielo.... Como ya hemos dicho, su muerte no fué muerte como las demás, sino dulcísima y suavísima; quedó el cuerpo sin alma. Luego volvió el alma al encuentro de aquella carne inmaculada que tanto le hizo merecer, y en la que descansó el Verbo. Luego alma y C!terpo fueron llevados .a la gloria. Deseaba ella, ardientemente, verse con su Hi– jo y volver a estarse con El. Si el santo Patriarca J acob -con todo gusto abandonó la tierra de Canaam, en que vi– vía para irse a Egipto a ver a José, ¡,cuánto más ar– dientemente desearía María dejar la tierra para irse al cielo V Fué pues, el tránsito de la Virgen no sólo dulce sino "summo gaudio plena". Subió allá rodeada de la corte del cielo que la miraba como su reina, en un triun– fo incomparable. Volando su cuerpo y alma por la virtud de Cristo en medio de los ángeles aparecería Ella com'o el sol entre los astros. Cuando se veía así glorificada en su cuerpo pudo merecer, de verdad, el calificativo . que le dió S. Juan: "Mulier amicta sole". Si los justos brilla– rán como el sol en el reino de Cristo'' justi fulgebunt sicut sol"; "María brillaría como sol de soles", porque iba a sentarse en su gloria a la diestra del Hijo, para ser Reina de ciclos y tierra, eternamente. Su cabeza coronada con corona <le <locc P~tr·ella~, porr¡ue los ángeles son señala– dos por Jsaías pt>r Pslrt·llns, l>rillnmn <·on doce alas (6-2) eomo con doce rubírs c·nda 11111>. 1•:1. si•· "'"''''"'''nRin cnt'lnm replevit totum paradiRllln gloria. t'l. l•:•·•·lt·,.innt in lt•rTa, gratia". (Brindis, In Assumptiuncnr "''''"' · 1 ) . Nos place añadir, a este respecto, una •·•nt·.rol. ·rrtt·i•'•n de S. Lorenzo de Brindis: María es eoronada r·on doce estrellas "quia·numerus hic duodenarins in tlivinis littc– ri celeberrimus et sacratissimus est tum in Vt·ll'ri tnm in Novo Testamento". En el Antiguo Testanr~nlo se scítttlan

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