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labios sonrosados que se ríen graciosamente, estarán des– pués, lívidos y convulsos por la ira. El cuerpo pues que es instrumento del alma refleja sus pasiones o sus ale– grías; ahora se presentará lleno de serenidad y mañana sús mejillas se enrojecerán como el hierro candente con el fuego del furor. \ 1'EB:E'EC- No hubo jamás cuerpo más bello, más perfecto y más, r;:g:z:aa-:JB armónico con el alma que el de María Inmaculada. Si JIIIABIA. el hombre no hubiese pecado no hubiéramos visto un sol~ cuerpo imperfecto o enfermo. Pero María que careció de culpa y estaba ilena de gracia poseyó en el cuerpo perfec– to un instrumento cabal, admirable por la belleza que en– cerraba su espíritu. Realmente era una lira del Espíri– tu Santo, y toda ~u belleza, armonía y perfección le vení& de que en él debía formarse el cuerpo mismo del Hi;j() de Dios, encarnado en la Inmaculada. Aquel cuerpo de– bió ser materia propia para la función más alta y sagrada que existiera jamás. Convino que Cristo y su Madre fue– ran semejantes y parecidos, totalmente, hasta en la cstruc-· turación del cuerpo. Este maravilloso ser, órgano de las funciones del espíritu de María, no pudo tener el destin~ de los demás cuerpos pecadores. Si la belleza del cuerpo más limpia que el sol estuvo en armonía con el al– ma más pura que los serafines, debe concluirse que tam– bién el cuerpo debió gozar de la excepción. Aquel cuerp() incorrupto por la gracia, por los méritos del nuevo Adán. Non dabit sanctum tuum videre corruptionem. Declara– mos que este misterio de la incorrupción del cuerpo de la. ~·irgen exige su Asunción gloriosa al cielo, porque todo– cae, bajo el mismo plan de la Encarnación y de la Reden– ción. El Tabernáculo donde descansó el Verbo del Pa– dre; es decir el cuerpo de la Esposa dignísíma del Espí– ritu Santo y que fué hija Inmaculada del Eterno Padre, no pudo sufrir la corrupción que sufren los cuerpos de 50-

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